Una mujer que quedó discapacitada en atentado de El Nogal escribió manual de derechos
Diciembre 21 de 2007
Sonia Verswyvel lleva cuatro años luchando por lograr una ciudad accesible para las personas como ella.
Para hacerlo, empezó a estudiar los ocho países más accesibles para discapacitados. Recopiló información y bajo su propia experiencia escribió un manual sobre todo lo que necesitan los seis millones de colombianos discapacitados para poder salir de la casa y usar la ciudad.
"Lo hice todo bajo mi propio concepto, empezando por cómo pedirle a los arquitectos que hagan una puerta para discapacitados si no saben cuánto mide una silla de ruedas", asegura Verswyvel.
Y agrega: "Empecé con las medidas, de como debían ser los andenes, rampas, espacio público, teatros".
Una lenta recuperación Después de ese siete de febrero de 2003, Sonia pasó 40 días internada un cuarto de cuidados intensivos del hospital militar. Cuando le contaron que perdería la movilidad de sus piernas para siempre sintió una gran confusión.
Pasó varios meses dependiendo completamente de las enfermeras. "Yo no podía ni voltearme en la cama sola. Pero yo soy de las que creo que uno debe ponerse metas que aunque sean difíciles son alcanzables con trabajo. Mi primera meta era independizarme de las enfermeras y lo logré después de 7 meses", cuenta.
Su independencia incluyó también una exhaustiva remodelación de su casa. "Necesitaba adecuar la cocina, el baño, la escoba y el trapero a mi medida para poder hacer todas las labores de la casa. Me obligué a quedarme sola para seguir sintiéndome activa. Hoy puedo bañarme, vestirme y hasta tender mi cama sola".
Una ciudad limitada Luego de muchos meses de fisioterápia, Sonia volvió a salir. Se dio cuenta que su discapacidad no era una razón para dejar de ir a cine, teatro y hasta conciertos.
Pero cuando se enfrentó a la ciudad se encontró con una realidad dolorosa, pues se dio cuenta que la gran mayoría de espacios en Bogotá no están pensados para las personas en silla de ruedas.
"Un día llegué a un teatro y no me dejaron quedarme en mi silla sino que me obligaron a pasarme a la silla del teatro. Cuando me di cuenta, se me iban a llevar mi silla de ruedas. Mandé a llamar al director del teatro y le dije con una sonrisa: señor, si yo a usted le desatornillo las piernas y le digo que se las voy a guardar en un cuartico un rato, ¿usted dejaría? Me respondió que no y me dijo que yo tenía toda la razón".
Así, Sonia ha ido concientizando a la gente de la necesidad de adecuar los espacios y así poder tener una ciudad más incluyente.
"Las rampas y andenes están mal diseñados, en muchas no puedo bajarme ni subirme sola porque son tan empinadas que me voy de narices al suelo". Cuando se le pregunta cómo es ser discapacitado en Bogotá responde: "es estar envainado y en la olla. Nos discriminan todos los días y hay personas que se hacen los que no nos ven".
En Bogotá son 800.000 los discapacitados y que hacen uso del espacio público a diario. En Colombia son 6 millones de personas.
Indignación por la discriminación -Una inválida como usted no puede montarse a un avión sin una enfermera o acompañante-, le dijo un piloto de Avianca cuando la vio en su silla de ruedas. A ella se le aguaron los ojos.
-Yo no soy ni inválida ni tengo enfermera, así que le va a tocar llevarme- respondió.
En esa ocasión, regresaba de Estados Unidos. Era su primer viaje después de quedar parapléjica por una fractura en la columna que le causó la explosión de la bomba de el Club El Nogal.
Y se indignó tanto que hizo retrasar el vuelo hasta que le permitieran montarse. Cuando aterrizó en Bogotá, emprendió una dura pelea para que Avianca cambiara el reglamento y le permitiera a los discapacitados viajar solos.
Esa escena, demuestra su tenacidad que ha desde que lleva viviendo en una silla de ruedas y la que la motivó a a escribir el primer manual sobre discapacidad en Bogotá.