Solidaridad Con La Discapacidad
Sonia Verswyvel
Especial article for El Tiempo
soniav3@hotmail.com - Enero 26 de 2008
La indiferencia de los ciudadanos es la barrera más difícil, fuerte y dolorosa que pueda enfrentar una persona con problemas de movilidad. Hace un tiempo, una vecina exigió que el portero dejara de ayudarme, siendo yo una persona en condición de discapacidad que se moviliza en silla de ruedas porque no puedo mover las piernas.

Mediante una carta dirigida a la junta de propietarios pedía que el portero del edificio no me ayudara a subir o bajar la silla de ruedas al carro pues, según ella, esto impedía que él abriera oportunamente el acceso de entrada a las demás personas del edificio.

La junta aceptó y me llamaron para preguntarme qué pensaba hacer, a lo que les respondí que esa acción es totalmente ilegal. Fue un comentario tremendamente doloroso que me hizo brotar muchas lágrimas pues, además de sentirme impotente, es penoso estar pidiendo ayuda por necesidad y sentir un rechazo y una negativa tan tajante.

Al final, un residente escribió una carta explicando lo absurdo de la medida y del sabio proverbio “Hoy por ti mañana por mi”.

De todas formas vale destacar que la mayoría de los residentes firmaron y muchos con comentarios muy solidarios (incluidas las amigas de la vecina quejosa).

La reacción más grata e increíble fue la del vigilante quien me dijo "prefiero perder mi puesto a dejar de ayudar a una persona discapacitada, ya sea usted o alguien de mi barrio".

Es muy importante que los ciudadanos sean solidarios pero, que quede claro, por cambio de cultura y no por compasión. Así como me pasó esta desagradable situación, a muchas personas les pudo o les puede estar sucediendo lo mismo pero –infortunadamente– la gente no dice nada.

Lo que me pasó muestra la total inconciencia y la falta de cultura y de solidaridad frente a una realidad: hay más de 400.000 personas en condición de discapacidad en Bogotá (sin tener en cuenta los discapacitados temporales o los ancianos).

Es absurda la 'incapacidad' de muchos para entender que todos somos iguales, la falta de movimiento de mis piernas o la silla de ruedas no me hace diferente a nadie. Como parte de este cambio de cultura hice la cartilla 'Construyamos una ciudad amable para personas en condición de discapacidad', con todas la medidas necesarias para la accesibilidad y que los constructores no puedan argumentar que no tienen la información a mano. Esto es parte de la solidaridad y del querer hacer.

Muchas veces, las personas que viven en edificios no se dan cuenta de quiénes son sus vecinos, si tienen algún vecino en silla de ruedas, si necesita bastón o muletas para caminar, si es invidente, si es mayor de edad o está embarazada.

Como si no fuera suficiente con sus propios problemas, las personas a las que les es imposible moverse solos o con independencia tienen grandes dificultades para acceder a las viviendas o edificios.

Se requieren entradas anchas, puertas de tamaño adecuado y un ascensor que permita el ingreso de la silla de ruedas y tenga los controles a la altura de una persona sentada (si yo voy sola podría timbrar únicamente hasta el quinto piso).

También se necesitan rampas de acceso donde hay escaleras, pero con la inclinación adecuada y no montañas rusas que hacen que nos vayamos de narices...
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